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lunes, 4 de enero de 2010

Lillo devuelve la sonrisa al Almería



Volaron 83 minutos de partido en el Mediterráneo. Almería y Xerez se pasaron cerca de la hora y media de juego dándose un baño en la mediocridad. El partido sólo encontró la luz en el momento en que pisó el césped José Ortiz (ahora Ortiz Bernal), eterno capitán del Almería y héroe rojiblanco en innumerables batallas pasadas. Su equipo no bajó los brazos en ningún momento, es cierto, pero se ahogó una y otra vez en la espesura azulina. Sin ideas, incapaz de encontrar una rendija hasta Renan, tuvo que ser el '10' rojiblanco el que pusiese la chispa a un encuentro infame. En sus siete minutos, Ortiz tuvo tiempo para estrellar un centro-chut en el larguero y para enganchar una volea preciosa que mandó al limbo toneladas de digno trabajo xerecista. Porque no se le pueden pedir muchas más cuentas a Ziganda y a su tropa. Es imposible sacar de donde hay tan poco.

No se dejan ver muchos equipos mejores que este Xerez a la hora de ponerse el traje de faena y meterse en el fango a ganarse el sueldo. Pero el gaditano es un equipo muy liviano, con una pegada escasísima. Su voluntad, 16 jornadas después, continúa inquebrantable. Kilómetros y más kilómetros en todas las zonas del campo. Coberturas sin descanso. Orden. Pizarra. Y algún que otro ramalazo talentoso de gente como Carlos Calvo, Abel o Momo. Pero muy poco gol. Casi nada, para ser más exactos. El Xerez se precipita al vacío, pero sigue pulsando teclas sin parar en busca de la que haga sonar el milagro. Porque no parece más que eso, un milagro, la posibilidad de seguir viéndole en Primera División el próximo mes de agosto.

Lillo, casi 10 años después, se volvió a casa con un triunfo en Primera. Y lo haría muy feliz por los tres puntos. Pero es de suponer que también abandonó el Mediterráneo con un buen número de deberes bajo el brazo. Echando un vistazo a su trayectoria, se antoja una certeza que el guipuzcoano intentará poner su sello a este Almería. Sólo lleva una semana de trabajo y ayer, pese a que mantuvo la columna de Hugo, ya dejó su primer destello: salir a jugar sin delantero centro. Puso a Corona como jugador más adelantado. Su idea, explicó después, era despistar en esa zona de la mediapunta al rival para que los eléctricos Piatti y Crusat encontraran más ventajas en las espaldas de la zaga azulina.

El resultado no fue el esperado por Lillo. Corona debe ser el faro de su Almería porque es el futbolista más creativo y con mejor visión de la plantilla. El talaverano rebosa clase, lo suyo es hacer jugar a los demás. Y eso no es posible cuando todos tus compañeros juegan más retrasados que tú. Desubicado, el Almería perdió a Corona para la causa en la caseta.

Sin una referencia arriba, los rojiblancos perdieron el rumbo. Y el Xerez, que arrancó comedido, supo cogerle el pulso al partido. El equipo de Ziganda fue poco a poco soltando complejos y dispuso en las botas de Abel de alguna ocasión para adelantarse. Pero el mal de este Xerez no está precisamente en el campo. Marcar un gol es como escalar el Everest. Y así es muy difícil sobrevivir.

Lillo tocó zafarrancho en el intermedio y ordenó la invasión de la portería de Renan a base de intensidad. Inclinó su ataque hacia la izquierda en una búsqueda desesperada de Crusat. El catalán no tuvo la precisión que acostumbra, pero fue el agitador del partido y el generador de casi todos los arreones locales. Le ayudaba Piatti con algún latigazo desde la derecha. Lillo corrigió su decisión inicial y dio entrada a Goitom por Corona. Ganó una posibilidad de remate perenne en el área, poco más. Ziganda movió bien sus piezas y su equipo soportó el asedio sin excesivos dolores de cabeza. Incluso tuvo en las botas de Momo y Carlos Calvo alguna contra peligrosa.

Pero la resistencia xerecista se quebró cuando apareció Ortiz Bernal. El '10' rojiblanco se inventó un partido de siete minutos que él mismo se cocinó a su gusto y que encumbró con una volea que supone su primer gol en la élite y que deja al Xerez a ocho puntos de la salvación. De paso, concede una semana más de tiempo a Lillo, que tiene un duro trabajo por delante.

El detalle. Emery estuvo en la grada
Unai Emery aprovechó su tarde libre para desplazarse hasta Almería a ver el encuentro de su ex equipo. El técnico del Valencia celebró el triunfo de los rojiblancos y departió sobre el mismo con Alberto Benito y con Michel, delantero hoy del Xerez que jugó a sus órdenes en Almería.

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